by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Un paso adelante y dos atrás"


No, no es la coreografía de la Macarena de los del Río ni pretendo recitar el estribillo de la María de Ricky Martin. Hablo del coche eléctrico.

En una era en la que ya hemos dado por descontado la libertad y autonomía que el automóvil le brinda a cada ser humano, determinados experimentos “de cara a la galería” de los fabricantes de coches parecen querer volver atrás.
Cuando los coches parecen coches y nos permiten viajar de aquí para allá a buen ritmo y seguros ahora nos quieren vender una minipimer con ruedas, extraordinaria con el medio ambiente (de esto habría que hablar) pero lamentable para el sujeto paciente.

Últimamente me he estado interesando por el automóvil enchufable, en el Salón de Tokio saltaban chispas a cada esquina, he probado modelos de serie, casi de serie y prototipos para no cambiar de idea: a este tipo de vehículo le queda muuuucho por rodar en forma y concepto.
Respecto a lo primero me he encontrado con coches que parecen neveras, bolas, delfines, las orejas de Carlos de Inglaterra, motocarros, tostadoras… todo menos automóviles al uso. Hay excepciones, pero si echáis un vistazo a los futuros eléctricos de Renault veréis cómo parecen sacados de un juego infantil de la Nintendo DS.

Claro, son modelos “eminentemente urbanos”. Y todos sabemos que la mejor manera de moverse por ciudad es metido en una especia de rueda de hamster.

Y luego la autonomía, su talón de Aquiles. Poco a poco ésta va aumentando hasta unos aún insuficientes 160 kilómetros (120 a nada que “le pisemos”). Y el repostaje, parece que ya se pueden enchufar a una toma doméstica convencional. Esto es muy práctico si vives en la sexta planta de un bloque de pisos y aparcas tu coche en la calle: hazte cargo de la cantidad de alargaderas que vas a tener que empalmar hasta llegar a la toma. Y el tiempo de carga. Los últimos prometen una carga completa en tres horas y media. Esto son tres horas y venticinco minutos más de lo que se tarda en llenar un tanque de 70 litros de gasoil. Como para unas prisas. O no sólo ya el tiempo, si no la previsión en un país en la que esta misma brilla por su ausencia. ¿Cuántas veces cuántos de nosotros nos hemos quedado sin batería en el móvil a mitad de jornada por no acordarnos de recargarlo la noche anterior? El trastorno en esta era de la comunicación es considerable, pues imagínate que el que se queda sin baterías es tu coche: faena total.

Mira, para manejarte por ciudad en un medio eléctrico mejor te coges el metro y te ahorras problemas.

Descartado entonces para el ciudadano, vemos si tiene cabida en el mundo profesional. Las paradas de taxis serían una maraña de cables y enchufes en las que todos estarían cargando, y no cogerías el primero, si no el que tuviera más pila.

¿A dónde va?
A San Benito Bercimuelle 15
Uh, eso está en el extrarradio y sólo me quedan 42kms de autonomía. Si espera media horita le acerco, si no, cójase ese otro que acaba de recargar.
Ah que lleva maleta, no, entonces no cabe en su Z-Bep-Bop-Eco-E.

Y parar a mitad de trayecto a repostar (un momentito que le pongo diez euros y en marcha: tres minutos en diesel) te puede brindar un rato perfecto para leer las dos partes de Los Pilares de La Tierra-Un Mundo sin Fin.
O viajando: Málaga-Madrid en ventiuna horas (siete de camino + catorce de carga). Está bien, diez más que cuando ibas con tus padres con su 124… hace treinta años.

Conclusión: ni para lo uno ni para lo otro, y es que el coche eléctrico ya se inventó hace tiempo y encontró su lugar oportuno: los carritos de golf en un campo de 18 hoyos.
Para mí, hoy por hoy, sigue siendo la mayor utilidad que le veo.





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