by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Contraprogramación"


En esta era de la electrónica es fascinante lo que se puede conseguir con un ordenador portátil, un software apropiado y una toma USB.
Colgar el video del primer pedete de tu niño de tres meses en Internet, encender la calefacción a mil kilómetros de distancia (para que los ladrones estén calentitos), descargar 1.900 canciones en el disco duro de tu vehículo, perderte en la burocracia con tu lector de DNI digital, estudiar la telemetría de tu Fiat Panda a la vuelta de comprar el pan… o reprogramar la centralita de tu coche. Y a esto voy.

Cada vez prolifera más la idea de que con dos cables, un input, un “pograma” bajado del emule y un avezado de los computadores nuestro utilitario de 90cv va a pasar a ser un bólido de 230 y 45mkg de par motor. Y puede ser, pero puede que sólo lo sea hasta que muera o hasta que te mate. Lo que pase antes. Aproximadamente 1.000 kms.
Vaya por adelantado que yo no estoy en contra de estas reprogramaciones, de lo que no soy partidario es de las “contraprogramaciones”, lo cuál es, como dicen en Aragón “Cagar a medio culo”.

A ver. Ilustremos el despropósito: Un día el profesor Bacterio me reprograma el cerebro, y mi materia gris ahora me dice que soy capaz de correr más rápido, saltar más alto, nadar más deprisa y levantar el doble de peso con una sola mano. Yo, vista la mejora, me apunto al triatlón “Ironman” y… me da el infarto a los 6 kilómetros de bici cuesta arriba.
Claro, Bacterio se olvidó de, junto con mi nuevo cerebro, dotarme de nuevas piernas, nuevos bíceps, nuevas articulaciones y nuevos pulmones. Amén de un nuevo y más grande corazón. Conclusión: Me he averiado tras hacer una muy buena salida.

Con los coches sucede tres cuartas partes de lo mismo. Si nos limitamos a modificar el mapeado de la centralita prescindiendo de la optimización del resto de componentes estamos yendo tan sólo un pasito más allá del que dimos años atrás “trucando la Vespino”. Con todos los respetos. Que de hecho yo también truqué mi Vespino.

Porque digo yo, si realmente tú lo que quieres es un coche de 200cv, no te compres uno de 140. Compra uno de 200 con caja de cambios para 200, frenos para 200, suspensión para 200, mapas de ESP de 200, suspensión de 200, neumáticos para 200 y garantía para 200. Todo de serie.

Suma todo ello –que es lo básico- a tu coche de 140cv “reprogramado” y verás que no te compensa. Pero si tienes mucho capricho… adelante con ello.
Peligroso es jugar a ser ingenieros. Efectivamente los coches de nuestros días tienen margen para trastear con sus órdenes electrónicas sin abordar cuestiones complejas. Pero de ahí a ganancias de un 35% de potencia y par motor con un ahorro del 25% de carburante… es hacer oposiciones para el infarto mecánico.

Y no dejes que nadie te diga lo contrario, por muy manitas que sea el “tuercas” de tu barrio (o lo hayas leído en un foro). Nadie conoce mejor un motor que el que lo ha diseñado y ha marcado sus máximos y sus mínimos.
A este respecto el otro día un compañero del sector me comentaba que unos conocidos suyos habían comprado unos Bmw 316d con el afán de convertirlos en 320d ya que “es el mismo motor”. Claro, y Bmw es subnormal y por eso sigue vendiendo 318d y el susodicho 320d. Aún no sé lo que les saldrá, pero apuesto por un 316´5d. Algo es algo.

Seamos sensatos y recordemos que cuando un coche nuevo llega a nuestras manos ha pasado por toda una serie de tests, pruebas y mejoras hasta obtener su rendimiento óptimo. Que puede ser mejor, pero ya no será óptimo (Concepto de Eficiencia de Pareto. Búscalo en la Wikipedia por óptimo paretiano, si eso).

Así que cuidadito con meternos donde no nos llaman, no vaya a ser que más que reprogramar, contraprogramemos, y a la hora y el día en que esperábamos un especial sobre coches rápidos y potentes nos encontremos con un documental sobre averías mecánicas y quemadillos del software.






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