by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"IVA psicológico y ruina psicosomática"


Como la actualidad manda –aunque no obliga- y el tema estrella para estas vacaciones –amén de los éxitos de La Roja en el Mundial- no es otro que la subida tributaria con la que nos han obsequiado para calentar un poquito más la cartera en el periodo estival, vamos a ponernos a ello.

No analizaré la medida en sí, su oportunidad ni idoneidad en el momento que vivimos. Tampoco voy a hablar de políticos de un y otro bando, pues a estas alturas ya todos han mostrado su descaro, desfachatez, interés y, lo que es peor, su inutilidad.
Y no hablaré de ellos puesto que acabo de comer, y no es cuestión de imaginar a sus señorías regodeándose en sus escaños encantados de haberse conocido y que un servidor acabe echando toda la pota sobre el teclado ante semejante panorama.
-No recuerdo si gobierno u oposición me deben un café con leche, un croissant y el lavado en seco de una alfombra desde la última vez que intenté ver por la tele el último debate sobre el estado de la Nación-.

De lo que voy a hablar es de el efecto de la subida, y muy especialmente, del “efecto psicológico de la subida”.
Así es, los economistas que cuajan las páginas de prensa general y especializada ven que la subida impositiva puede tener más un efecto cognitivo que real. Y ahí lo dejan, tan panchos.

Es por ello que en el sector que nos ocupa, el de la automoción, los compradores se han lanzado cognitivamente a comprar coches durante el primer semestre del año logrando una mejora de las ventas de un 35% sobre el mismo periodo del año anterior.
Y todo a nivel psicológico, vaya. Que nadie ha pensado en la pela si no en la percepción sensorial que palmar un dos por ciento de más causaría en su maltrecha psique.

Y ahora, el IVA sube y el efecto psicológico también, claro. Es que pagar 500 euros de más en un coche nuevo da un "efectazo que te cagas". Dos letras más de préstamo “con efecto de rosca y por la escuadra”, más o menos.

Es por ello que las marcas buscan minimizar el efecto con descuentos reales (o sea, en efecto), no psicológicos, pues saben que por lo uno o por lo otro, palman fijo.
Esto es como la “sensación térmica”. Hay 10 grados en la calle, pero sopla viento del norte, lo que hace que la sensación térmica sea de 2º. Y entonces tú piensas:
a) “Me abrigo para 10 que es lo que de verdad hay”
b) “Mejor me pongo otro par de calcetines que corre una brisa que corta”

Lo cuál nos deja con el 90% de la gente normal asumiendo el 18% de IVA con dos pares de calcetines. Por lo de la sensación, el efecto y la madre que parió a Tonete.

Es por ello que el factor psicológico debería preocupar más que despreocuparnos. Pues si a la subida real le sumamos el dichoso “Factor PS” nos encontramos con un mercado que se retrae y unas cuentas que se estancan.

Con lo que ahora volvemos a ver, gracias a quienes lo han dicho mal y a quienes lo han difundido irresponsablemente, a gente que quiere y puede comprar pero no lo hace “por el efecto” y, al otro lado, a gente que quiere pero no puede, y ahora menos, “por el efecto del efecto”, y que se descojona cada vez que le dicen que no pasa nada, que el 18% y el fin del Plan2000E (que esa es otra) es todo psicológico, y que su pérdida de poder adquisitivo es, al fin y al cabo, totalmente psicosomática.





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