"Cruzar los dedos"

Concluye un nuevo año y como siempre toca hacer balance de lo que nos ha traído… y de lo que se nos ha llevado, como parece haber sido el caso.
Podría hacer un editorial facilón enumerando hechos y acontecimientos notables de estos 12 meses que ya tocan a su fin, y decir "uy que mal" o "mira que bien" para concluir con el deseo y el propósito de reafirmar lo bueno y enmendar lo malo en el nuevo periodo que en breve empieza.
Pero no, del 2010 más que con sus cifras o noticias me quedo con el amargo sabor que deja en la garganta tras habérnoslo tragado enterito sin guarnición ni salsa. Un atraganto de año en muchos casos.

Se supone que en estos meses deberíamos haber crecido al alirón de los “brotes verdes” que aparecieron en el pasado, pero yo no sé si dichos brotes se los comió algún asno político, porque por aquí lo que nos ha tocado a los ciudadanos de a pie es aguantar el chaparrón, sin paraguas y con zapatos de rejilla.

Atrás hubieron de quedar los proyectos e ideas que esperábamos con ilusión afrontar hace hoy un año exacto. Atrás la inocencia de “esto no puede ir a peor” y el consuelo de que “no hay mal que cien años dure…” ya que tampoco hay “cuerpo que lo aguante”. A los pequeños y medianos empresarios se nos encendió la luz de reserva en Octubre, y hasta aquí rodamos a “rueda libre”, a otros se les acabará el subsidio y a muchos “las ganas de hasta tener ganas”. 2010, y el año no tiene la culpa, que de hecho es un número bien bonito, ha estado a punto de matar la esperanza de muchos y de matar en sí a otros pocos.

Hemos descubierto que el Estado del Bienestar es una chufla y que en el nuevo modelo de negocio hacerlo bien no garantiza nada bueno, es más, yo diría que lo dificulta. Que estamos solos ante el peligro y que “sálvese quien pueda” y “marica el último”, que “Donde dije digo digo Diego” y que salud y suerte en el camino.

¡Tremenda responsabilidad trae consigo el 2011! Necesitamos 12 meses como 12 goles a Malta y Campeones del Mundo en valores, ímpetu y arrojo y no sólo en fútbol o en partidas de canicas. Y una medalla de oro para cada español que sonría a la cola del Inem y diploma olímpico para cada periodista que en los últimos 15 meses se haya mantenido a flote pese a la tormenta y la fuerza de la marea.

Nosotros al menos seguimos aquí, y yo no me puedo quejar y sin embargo lo hago, y lo hago por aquellos que deben hacerlo pero callan porque ya ni les fuerzas les quedan para hacerlo.

Y diréis –con esto acabo- “vaya mierda de editorial cenizo”, y podéis tener razón, pero es que hace horas celebramos la última reunión del año entre todo el equipo, y cuando pregunté por proyectos futuros con un sencillo “qué hacemos el año que viene” todos mis compañeros sonrieron y respondieron: “Cruzar los dedos”.

En fin, os deseo de verdad un próspero año nuevo.