"Muy cómodo"

Empezamos el año inevitablemente recogiendo las tempestades de los vientos que sembró el periodo precedente. Confiemos en que el huracán no se extienda más allá de los primeros meses y pronto encontremos una suave brisa que nos lleve a buen puerto.
Entretanto, la nueva ley antitabaco dilapida décadas de respetuosa convivencia (y sirve de distracción, de paso), batimos record en cifras de paro y el “Gran Pacto Social” en materia de trabajo y pensiones parece que sólo beneficia a quien lo ha negociado y firmado.

Fuera de nuestras fronteras, en Egipto o en Túnez, han decidido zanjar la cuestión política a “puro huevo”, y el resultado promete, pero veremos cómo de pacífica resulta su transición de la “democracia de palo” a la verdadera Democracia” (no confundir con la “Democracia de chiste” que tienen en Italia o con la “Democracia de memos y chorizos” que tenemos en España).

Pero no quiero perder el hilo ni mover a la revolución, que mis revoluciones han de circunscribirse a la de los motores de nuestros automóviles… o motocicletas, que me ha dado mucha pena el anuncio de Yamaha de cerrar su fábrica de Barcelona y dejar a 400 trabajadores en la calle. Ante este nuevo revés apenas pude disfrutar de la buena nueva sobre el futuro garantizado de Nissan en la Ciudad Condal, Navara Pick Up mediante.

Por todo y por esto cuesta ponerle “al mal tiempo buena cara”, sobre todo cuando lees las recientes declaraciones de Pere Navarro, el Sheriff de “Tráfico City”, y entonces, lo que se te queda es cara de gilipollas.

El máximo i-rresponsable de la DGT afirmó sentirse “muy cómodo” con la colocación de 200 nuevos radares en tramos rectos de autopistas y autovías, e insistió en “no obsesionarse” con la siniestralidad de los puntos negros de la red secundaria.
En serio que quiero pensar que el Sr. Navarro de verdad mira por nuestra seguridad e integridad, pero esta nueva campaña de demonización de los que no comulgamos -pero respetamos (más o menos)- con sus límites en vías rápidas me pone la mosca tras la oreja.

Y no encuentro sino otro motivo para tal despropósito que el meramente recaudatorio.
Porque han cogido unos datos (105 muertos en 2010 en autopista por 80 tan sólo en el año anterior), los han maquillado (en tan sólo un 6% de los siniestros el exceso de velocidad es causa determinante “per se”) y nos los han tirado a la boca para que nos traguemos lo necesarios que son los nuevos diecisietemil millones de radares que de aquí a 2012 tendremos instalados hasta en la rampa del garaje.

E insisto en que a este Eliott Pere Ness de las carreteras no le falla el objetivo, le falla la dialéctica, los medios y el enemigo, lo que da como resultado declaraciones que rayan el ridículo y le muestran como alguien enfadado y totalmente perdido.
Además no atino a saber como alguien puede estar “muy cómodo” con la colocación de radares, a menos que se los coloquen bajo las nalgas como asiento con dos cojines y una manta zamorana. Puedes decir “satisfecho”, “contento” o “feliz” si me apuras, por eso de alegrarte de la desgracia ajena, pero no saber elegir las palabras me hace creer que tampoco sabe elegir las acciones.

Pero lo ha dicho, y tú has de saber que la próxima vez que te multen por ir a 136 km/h en un tramo recto y despejado de una autopista de cuatro carriles, lo harán no por tu cartera o por tu vida, sino pagarás por la “comodidad” del Inquisidor del asfalto. Así que se bueno y no le incomodes con tu velocidad, que sé de buena tinta que anda malo de la espalda y le han recomendado que se acomode sobre unos almohadones rellenos con los puntos de tu carnet y los billetes de 50 euros de tu cuenta.