by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Miedo"


De un tiempo a esta parte sigo una sana y estricta dieta de desinformación.
Más allá de la imprescindible prensa del motor, un libro, dos o tres revistas de divulgación y el Mortadelo y Filemón, no presto atención a los periódicos que insisten en que las cosas están mal y casi seguro que irán a peor.

Hasta el pesimismo tiene un límite. Y el morbo, cuando se juega con la incertidumbre de la gente, también.

Que si la prima de riesgo, que si la inefable Moody´s o la impresentable Standard and Poors nos baja la calificación, que después de Irlanda caeremos nosotros, que después de Irlanda y Grecia caeremos nosotros, que si después de Irlanda, Grecia e Italia caeremos nosotros… o no, que si el 11 del 11 del 11 se acaba el mundo, que no, que es el 12 del 12 del 12… o el 13 del 13 del 13… pero que esto se acaba seguro, que si un político promete pan y bajar el ipc y el otro hace un pun en su wc, violencia machista, violencia feminista, violencia violinista, que Angela Merkel quiere cortar Europa por los Pirineos y empujarnos al mar a la deriva, 14 millones de parados según los organizadores… 150 perroflautas según la guardia urbana, Libia mal, Afganistán mal, Irak… no sabe no contesta, Oriente Medio con lo suyo a medias, que nos suben los impuestos, que nos bajan las prestaciones, que la Sanidad de pago como el Canal Plus, que la Bolsa más que Bolsa es un saco sin fondo, que los ricos son más ricos y los pobres más pobres, que los bancos no dan crédito a su falta de crédito, descanse en paz Simoncelli, el futuro del coche es eléctrico, recortes en educación (el alfabeto tiene ahora 16 letras), corrupción en gasolineras, sastres y bares, los mercados piden sangre (más), sube la gasolina tanto como la bilirrubina….

En fin, todo un rosario de buen rollo a cada página del diario.

Es por ello que, por salud mental, decidí prescindir de ellos.
Y esto fue así hasta hace dos días, cuando en una cafetería, alguien abandonó –y con razón- un periódico en mi mesa. Llevado por la curiosidad, por constatar si las cosas iban ya un poco mejor, me decidí a abrirlo no sin precaución –me parapeté tras una suerte de burladero que me hice con el cruasán-. Bien, todo era la misma porquería de siempre, pero una noticia –mala, por no variar- llamó mi atención.
Aquella, filtrada por la DGT, hablaba de un conductor apresado por exceso de velocidad, hasta ahí todo bien –o todo mal- pero el asunto continuaba con un tono amedrentante y de lo más suspicaz.

El conductor en cuestión, un hombre de bien en el entorno de la cincuentena, había sido sorprendido a mediodía en la AP36 a 225 km/h en su Nissan GT-R. Se podía dejar ahí, pero no, algo tan goloso merecía copete de merengue con guinda en la cima, por lo que el periodista continuó hablando de la que le iba a caer encima al conductor.
Que si fue detenido en su casa un día más tarde, sacado esposado y llevado al calabozo, que se enfrenta a un delito contra la seguridad vial, que el fiscal pide entre 1 y 4 años de reclusión mayor (esto es, cárcel), una multa de 15 trillones de euros, la incautación de su coche –sí, el GT-R- por parte de la Guardia Civil, la pérdida del carnet a perpetuidad… 150 latigazos, el sacrificio de su primogénito, sus testículos y no sé que otra cosa más.

En fin, el aporte de la noticia como tal ya de por sí era escaso (una multa por exceso de velocidad, al fin al cabo), pero su desarrollo truculento era de lo más prescindible… a menos que lo que se busque sea acojonar al personal. Y ahí está, a falta de una campaña sincera del tipo “Como corras te vamos a meter un puro que te vas a cagar” por si estuviera mal vista, mejor disimular y explicar bien clarito lo que te va a pasar.
Pero…¿Te va a pasar? Hombre, casi seguro que en este caso vas a pringar, pero digo yo que los jueces están para algo, y antes de precipitar las consecuencias, mejor dejarles trabajar.

Sin embargo el miedo es más rentable. Nos mantiene acoquinados y tranquilitos, no vaya a ser que caiga sobre mi todo el peso de la ley con lo cargado que voy yo ya con el contrato basura, el colegio de los niños y la hipoteca. También nos mantiene ignorantes dentro del rebaño, como esa película de M. Night Shyalaman, “El Bosque”.

Este señor, el infractor del GT-R, se saltó un radar –colocado a mala leche en una recta, claro- y hará frente a las consecuencias… ¿Y a mi qué? Mañana se lo saltarán otros 300 conductores más. ¿Y yo me voy a preocupar? Claro, como siempre, pero no más.

Pero ojo, no quiero que esto se confunda con un discurso chulesco o desafiante por mi parte. Tampoco defiendo al Velociraptor del Nissan –aunque tampoco lo critico-, es simplemente decir que basta ya. Que como dijo aquel, “Mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Que ya somos mayorcitos para saber de causas y efectos, y que una sociedad regida por el miedo, tarde o temprano se cansará.
Y entonces el susto lo daremos nosotros, reclamando nuestra continuamente mancillada libertad.


Por cierto, el record “infractivo” hasta ahora lo ostenta el piloto de un BMW sorprendido en la R3 a 238 km/h. Desde la sanción no se ha vuelto a saber de él. Supongo que, con la ley en la mano, lo fusilaron contra el muro trasero de la Jefatura Provincial de Tráfico competente y su cadáver fue enterrado en cal viva en una cuneta bajo una señal de prohibido adelantar.

Esto me lo acabo de inventar, pero igual mañana se lo mando a un “medio serio” para que nos pueda aterrorizar… un poquito más.





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