"Dilapidar la herencia"

En dicho texto hablé de aquellos fabricantes que, de una u otra manera, causaron baja en nuestro mercado –o en todos- en los últimos cinco años. Víctimas de la crisis o de decisiones estratégicas, no han sido pocas las que nos han abandonado este pasado lustro.
Desde ARO hasta UAZ, pasando por Isuzu, Galloper, Chrysler, Daihatsu, Mahindra y capítulo especial para la maltrecha Saab y la inminente salida de Chevrolet de nuestra piel de toro.
Una pena.

Pero es que ahora un emblema de la automoción corre el riesgo de dejar de existir para siempre y convertirse, seguramente a su pesar, en leyenda.
Hablo de Lancia y de su anuncio de cese de comercialización de todos sus modelos en todos los mercados excepto en el italiano, en el que aún se podrá comprar el pequeño y coqueto Ypsilon.
A diferencia de los casos anteriormente mencionados que, en mayor o menor medida fueron coyunturales, el asunto de Lancia tiene mucho que ver con las personalísimas ideas de su máximo responsable, Sergio Marchionne, al que hace años por aquí bautizamos de Supervillano y nos costó una tensa relación con la marca.

Este hombre, desde que aterrizó en la órbita Fiat, no ha tomado ni una sola buena decisión en lo tocante a la industria del automóvil italiano. Fiel al estilo, pero sólo al estilo, de “Il Commendatore” que fundó el grupo hace un centenar de años Sergio ha hecho y deshecho –más bien esto último- a su antojo en esta década.

De encontrarse con un grupo con tres marcas asentadas, no líderes pero sí estables, a dejar todo hecho un solar. Que sí, que muy bien lo de la compra de Chrysler Dodge para entrar en el mercado estadounidense y de paso en el asiático, pero lo que es en Europa, la Europa que encumbró a sus marcas, ha sido un despropósito.

Pasemos lista para pormenorizar los logros del equipo directivo de este hombre.
Empezamos por Alfa Romeo, la marca que actualmente tiene en su catálogo sólo dos modelos, el Mito y el Giuletta, ambos sin Restyling desde su nacimiento hace ya cinco años. Del relevo para el 159 se viene hablando desde hace cuatro años pero no llega, el 8C fue un ejercicio de estilo y el 4C… dudo ver ninguno por la calle.
Hablan de que están intentando pasar a un plataforma más ligera y con tracción trasera para recuperar su gloria pasada. Ojalá, pero yo ya no me creo nada…
Fiat ahora. Uno, Punto, Croma, Marea, Stilo, Tipo … así a bote pronto se me ocurren un buen puñado de coches que siempre estuvieron “en la pomada”. Ahora, los únicos productos Fiat 100% son el 500, el Panda y unos agonizantes Grande Punto y Bravo/Linea. Pues el Freemont es un Journey de la americana Dodge y el Sedici es un Suzuki.
Y llegamos a Lancia. La marca del Delta HF, del Stratos, del Fulvia, del Thema 8.32 y de tantos otros modelos dignos de rememorar dice adiós con el pequeño Ypsilon, el avejentado Delta y dos conversiones yankees –el Thema/300C y el Voyager homónimo en la Chrysler- en sus filas.
A esto se le llama marcharse por la puerta de atrás.

Nos dicen que su escasa demanda en el viejo continente no justifica su continuidad, yo les digo que si su oferta hubiera sido mejor, la continuidad la tendrían más que justificada y asegurada. Y estoy convencido de que lo saben, pues no creo que sean tontos –aunque empiezo a valorar la posibilidad-, pero que la muerte de las marcas formaba parte de un plan personal urdido con años de antelación por unos directivos que construyen sus estrategias de negocio desde la comodidad de sus despachos, con el mapa sobre la mesa y sin conocer el territorio.
Unos ejecutivos liderados por un responsable capaz de reconvertir su factoría y sus marcas, dilapidando la herencia obtenida, y lanzarse a fabricar compresas si le aseguran que en ese producto hay mercado y dinero.

Puede que el Grupo Fiat sobre el papel siga siendo uno de los “grandes del sector”, pero en breve habrá que preguntarse “de qué sector estamos hablando”, porque de coches… cada vez menos.