Prueba del BMW X1 SDrive18d aut.

Empezaremos por lo obvio, que es la estética.
En el nuevo X1 la marca muniquesa ha tomado los elementos de diseño de recientes modelos y los ha adaptado al formato SUV con éxito y gracia, configurando un nuevo coche con un indiscutible aire de familia y unas líneas proporcionadas. No es una “preciosidad”, pero sí les ha salido un SUV bien parecido aunque para gustos… los colores. Como el color blanco de nuestra unidad de pruebas. Un best seller en estos tiempos.



Por supuesto, como buena marca Premium hay un amplio catálogo de opciones para que tu X1 básico se convierta en algo mucho más deportivo, detallista o campero, previo paso por caja. Obviamente.

Sin embargo, el tamaño seguirá siendo el mismo: grande.
El nuevo X1 parece y efectivamente es, más grande que el antiguo X1. Bueno, realmente es más ancho y más alto, ya que de largo pierde un par de centímetros que “apenas se notan”. Es lógico. No sólo han crecido en estos años los productos de la competencia, sino que el inminente X3 de la próxima generación viene con una talla, según hemos podido conocer, equivalente a la del primer X5 de BMW.
Pero tranquilos, BMW no se puede permitir dejar un nicho de mercado sin cubrir y seguramente a lo largo del año que viene se lance el X2, que será –a pesar de su nombre- una interpretación más recortada y pequeña de nuestro protagonista.



Volvemos con él.
Este nuevo X1 se asienta sobre la plataforma del nuevo Mini, lo que ha permitido a la marca situar motores transversales y sistema de tracción delantera, que se puede ampliar con la integral si optamos por una versión XDrive.
La anterior generación X1 también disponía de versiones con tracción a un solo eje, pero en su caso, era el trasero. Y su chasis era el del Serie 1 coetáneo.

Total, que tenemos un coche más grande con un chasis más pequeño. No debería haber problema. De la misma manera el Jeep Renegade se asienta sobre los hierros de un simpático Fiat 500 (seguro que les acabo de dar un disgusto tremendo a los que compraron el “musculoso todocamino americano” y no les comentaron este detalle…).



En el interior la ganancia de centímetros y la nueva disposición motriz se nota pero no tanto como esperaba. Está claro que mejora todas las cotas del modelo saliente, pero no lo hace de la manera tan destacada que hubiera sido deseable. Un humilde Nissan Qashqai sigue siendo más capaz que él.

Tampoco su apariencia de puertas adentro es nueva del todo, ya que es más de lo mismo que nos podemos encontrar en el Serie 1/2/2 Active Tourer.
Es moderno, de buena calidad y está bien acabado.
Tras un pequeño volante multifunción hay una capilla de instrumentos muy básica que se completa con un ordenador de a bordo con pantalla a color. El centro del salpicadero lo ocupa la pantalla multimedia, radio, climatizador bizona y nada más.
Bueno, los posavasos frente a la palanca de cambios. Junto a ella aparecen el botón de los modos de conducción y detrás, freno de mano automático y el controlador multimedia conocido como iDrive.



Los asientos son cómodos, pero el tapizado no me ha gustado nada. Parece barato y se mancha con mirarlo.
Hay buenos huecos en las puertas y un apoyabrazos central fijo con guantera en su interior.
Las plazas de atrás del X1, aunque acusan la mejora, siguen siendo pequeñas.
El enorme túnel de transmisión roba casi la totalidad del espacio para las piernas del ocupante de la plaza central, mientras que los otros dos, gracias a la banqueta deslizable, encontrarán mejor acomodo para las suyas. Pero no se librarán de viajar algo prietos. Quizá la mejor cota de estas plazas sea la altura. Con lo que puestos a estirar las piernas podrías sentarte boca abajo.



En el maletero encontramos el mayor incremento respecto al X1 pretérito. Anuncia 505 litros, con la posición más adelantada de la segunda fila. Nosotros hemos medido 490 a los que hay que añadir otra docena ocultos en una oquedad bajo el piso. Es una medida en la media del segmento. Por ejemplo, son los mismos que ofrece un Kia Sportage.

La boca de carga queda relativamente cerca del suelo (es un SUV) y el portón puede ser eléctrico. Nosotros lo teníamos como parte del equipo de un pack que así mismo incluía los faros de ledes, los sensores de parking delanteros y traseros, el navegador básico y dos o tres “chuminadas” más. Creo que sale por poco más de 1.500 euros. Merece la pena.

Puestos ya en marcha, las sensaciones que transmite este X1 de nueva plataforma son, afortunadamente, muy similares a las que en su día experimentamos con el X1 de motor longitudinal y propulsión posterior.
BMW ha logrado darle ese toque tan de la marca, que lo convierte quizá en el SUV pequeño más ágil y dinámico de cuantos hay en nuestro mercado. Pero claro, no olvidemos que bajo su piel se esconde un Mini… no son malos mimbres para hacer un coche divertido.
Pisa con aplomo en amplias vías, resulta cómodo en ciudad y no se arruga a la hora de afrontar recorridos ratoneros de segundo orden en una conducción deportiva dentro de los límites que marca el sentido común, claro.



El ruidoso motor de dos litros de cilindrada y 150CV lo hace un coche bastante rápido (dicen algunos que los caballos de BMW equivalen a 1,2 de la competencia…) y el cambio automático de 8 relaciones no duda en olvidarse de las dos últimas velocidades al detectar una conducción “decidida”. Es una caja ZF convencional por convertidor de par, pero se muestra muy satisfactoria en su desempeño.
La motricidad es buena sin que se eche en falta la tracción integral permanente –si hubiera llovido, igual diría otra cosa-, los frenos son correctos y el tacto de la dirección me sigue sin convencer ni tan siquiera en modo Sport. Pero es que no me convence ninguna de las actuales de BMW. Con lo buenas que eran antes…



El consumo de combustible que hemos medido ha sido de 6,3 litros a los 100 kms recorridos en uso mixto. Está muy bien. Lo hemos logrado en modo normal. El modo EcoPro, por cierto, activa la función a vela de la caja de cambios. Y no aporta mucho más.

No hay modo “offroad” ni se le espera. Sólo lo metimos por el campo para hacer las fotos y en ese corto tramo lo único que demostró fue tener suficiente altura para no tropezar con ninguna piedra.



En definitiva, el nuevo X1 recuerda enormemente al extinto X1, con sus luces y sus sombras. Sigue siendo un SUV de calidad, muy dinámico, algo pequeño y con un precio de tarifa -35.000 euros- algo elevado. Todo un BMW, al fin y al cabo.