"Buenas intenciones"

y sus primeras declaraciones nos indican que se trata de una persona con una clara disposición a la prevención. Mantener la reducción paulatina del número de muertes en carretera que ya alcanzó su máximo (es decir, mínimo) con su predecesor es su principal objetivo.

Para ello habla de carreteras, conductores y conducidos, pero sin dejar caer nada claro.

Y es que claro, claro aún no lo debe tener, pues en un acto público en la Embajada de Suecia quiso comparar la casuística escandinava con la española, las cuáles, sin entrar en detalle, diré que se parecen tanto como un huevo a la locomotora del Orient Express.

Quiero pensar que más que a un pensamiento real, tal valoración se debió a un intento de agasajar a sus anfitriones.
Pero quien la conoce dice que tiene buenas ideas y mejores intenciones. Ahora a ver cómo se traduce eso, y de paso, esto otro que dijo: “El fallo humano es inherente a la persona, pero tenemos que ser mucho más intolerantes con él”.
Es decir, tolerancia cero con los fallos, ahora sólo falta por definir lo que para ella es “fallo”.

Otras medidas ya anunciadas como inminentes son la definitiva implantación de la publicación de cifras de fallecidos a 30 días (actualmente se dan por año vencido), la información compartida entre las instituciones sanitarias y policiales, la renovación de un parque móvil anticuado y la mejora en la señalización, así como esforzarse en implementar la seguridad de motoristas y peatones.
De su actitud y discurso se desprende un estilo mucho más conciliador que el de Pere Navarro, que odiaba profundamente a los conductores, muestra de ello es otra perla arrojada a los medios en forma de “No debemos ser castigadores, debemos ser veladores de las necesidades de los conductores”.

Yo apoyo firmemente ese carácter preventivo del que Maria hace gala y le doy la bienvenida, sólo espero que las ansias recaudatorias del organismo del que está al frente, la adopción de modelos incompatibles (en serio, el sueco no es opción) o lo aceptado como políticamente correcto no la maleen y den al traste con su voluntad de mejorar “la calidad” de nuestro tráfico mejorando la calidad de los que “traficamos” en él.

De momento pinta bien, o no del todo mal, como estábamos acostumbrados los conductores a que pintase. Esperemos que una vez se vayan materializando las medidas conserven esa buena pinta y nos den un respiro a los conductores, que si bien desde luego no queremos morir en la carretera, tampoco deseamos que la DGT nos siga matando a disgustos.