by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Otro pequeño paso para el hombre "


Aprovechando la temporada estival hoy voy a escribir sobre un tema fresquito y poco polémico, un asunto que me apasiona y que si bien tiene que ver con la automoción...
Lo hace de una manera tan distinta y original que resulta casi de otro planeta.

Fue nuestro amigo, el astrofísico José GT, el que nos regaló la posibilidad de viajar por el espacio para amartizar meses después a bordo de la última misión de la NASA. Bueno, nosotros exactamente no íbamos a ir -que tenemos mucho lío por aquí- , pero nuestros nombres sí, grabados en un microchip en las entrañas del Rover bautizado Curiosity.
La ilusión que me hizo semejante "bobada" -como lo han descrito algunos- fue indescriptible.
Formar parte de una misión espacial aun de esta testimonial manera me pareció y me parece cosa extraordinaria, aunque tenga que compartir "chip" con otros dos millones de nombres…

Y es que tras el mundo del motor, la aviación, los animales y las mujeres, la planetología es una de las cosas que más me ha cautivado a lo largo de mi vida.
Yo era muy pequeño cuando el gran Carl Sagan ideó las misiones Viking que llegarían al planeta rojo buscando vida, pero pude seguirle la pista a través de su serie Cosmos, la cuál no hace demasiado que adquirí en DVD para deleitarme de nuevo y enamorarme un poco más del espacio.

Desde entonces, atentamente he seguido la historia de sondas, satélites y demás cachivaches lanzados hacia la "última frontera", pero si hay unos que me han chiflado sobremanera -y sería por algo- han resultado ser los "aparatos con ruedas" destinados a suelo marciano. Hablo de los Rovers, el Pathfinder/Sojourner, y los gemelillos Spirit y Opportunity, ambos con unas vidas azarosas que superaron con mucho los tres meses fijados de su misión (uno aguantó seis años y el otro aún funciona tras ocho veranos "allí lejos"). Muy del estilo de la Estación Espacial Rusa MIR…

Esos simpáticos cochecitos de cuatro y seis ruedas aportaron una información sobre su planeta de adopción valiosísima, y gracias a su simpática apariencia (rollo "Johnny Número 5" de la película Cortocircuito) y gran fiabilidad se hicieron un hueco en el corazón de todos los aficionados a la exploración del espacio.

Sin embargo, a diferencia de ellos, el Curiosity nació torcido. Era el proyecto Rover más ambicioso lanzado en el peor momento posible.
No obstante, haciendo un ejercicio de responsabilidad ética y científica, la administración Obama consideró con buen criterio que la NASA era un gran activo, y que el afán de exploración humano tenia que prevalecer sobre crisis y mercados, sobre deuda y dividendos, y que el conocimiento es un bien más preciado que ningún otro y que esto, al fin y al cabo, es lo que dejaremos a nuestros hijos. Por otro lado, en marketing, merchandising y espectáculo los yankees son todo lo expertos que hace falta para rentabilizar una misión, en el fondo barata, de 2.500 millones de dólares. Pero eso es otra cuestión.

La cuestión ahora es que el Curiosity ya está en Marte. La llegada de ese artilugio grande como un Citroen 2CV -y algo más pesado- con su laboratorio portátil -SAM- me hizo madrugar sobremanera. Porque puestos a ser espectaculares, en el JPL (Jet Propulsion Laboratory) plantearon una aproximación de infarto: entrada en la atmósfera a mach5, paracaídas supersónico, eyección del escudo térmico, separación del módulo de aproximación, ignición de los retrocohétes y bajada del vehículo con grúas y poleas. Todo salió bien, aunque algunos agoreros lo condenaban al fracaso por su máxima complejidad. A todos ellos les digo que porque ellos no sean capaces de hacerlo, no quiere decir que sea imposible.

Un pequeño paso para el hombre -aunque esta vez no haya sido tan pequeño- y un gran salto para la humanidad. Bienvenidos a Marte. Otra vez.
Hoy me la soplaba la prima de riesgo.
Ahora queda que el artefacto, que ya ha mandado las primeras imágenes, empiece a analizar rocas como un loco ayudado por su láser capaz de vaporizar objetos hasta a 7 metros de distancia -yo ya me he pedido uno igual para Reyes…- y nos siga desvelando los secretos marcianos ocultos bajo su oxidada superficie.

Hoy hemos llegado de nuevo a otro planeta, lo que hace que los problemas de este se deban ver en perspectiva. Seguro que desde allí se ven mucho más pequeños.
Llevamos cuatro largos años demostrando lo peor sin levantar cabeza, pero acontecimientos como este nos hacen darnos cuenta de lo que podemos ser capaces y de todo lo que hay por descubrir allí fuera.

Tal vez a Merkel le parezca un despilfarro, los chinos no compren y nuestros políticos no manden ni un ala delta a Segovia si no hay tajada para su bolsillo, pero a los que nos gusta creernos parte de algo más grande como es el Universo, que nos dejen en paz, tanto ellos como nosotros sólo somos los habitantes circunstanciales de este diminuto "Pale blue dot. The only home we´ve ever known" *



* Un "pálido punto azul". Así nos vio la sonda Voyager tras pasar Saturno y enfocar una de sus cámaras hacia atrás y tirar una foto enfocando a nuestro planeta. Y así lo consideró el mencionado Dr. Sagan en su serie. Podéis verlo en youtube subtitulado (Cosmos / Pálido punto azul).





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