"El último, que apague la luz"

Porque en virtud de los últimos acontecimientos parece que esa luz no es la de la salida sino la de la locomotora que se nos viene de frente amenazando con llevársenos por delante… por enésima vez desde que empezó la crisis.

Y es que sí que parece que poco a poco nos vamos recuperando en el sector de la automoción, aunque como dicen muchos, es que “una vez tocado fondo, ya sólo se puede ir hacia arriba”. Sea como fuere tras un buen número de trimestres arrojando pérdidas, las cifras de matriculaciones de coches en nuestro país tiñen los números rojos de negro devolviendo al mercado a la casi olvidada senda del beneficio.

Todos los canales, particulares, empresas y alquiladoras, cosechan un tímido crecimiento que, si bien no los acerca a los mejores años pretéritos, sí que los aleja de los peores momentos.
El Plan Pive3 ha sido clave, como lo será el prometido Plan Pive4, sin olvidarnos del Plan Pima Aire que ha dinamizado mucho las ventas de vehículos comerciales.
A las mencionadas ayudas gubernamentales se han sumado, de manera crucial, las agresivas políticas de descuento que han llevado a cabo casi la totalidad de marcas, con rebajas en el entorno del 20% de media en muchos modelos nuevos. Una acción tan determinante como las anteriores y que, esperemos, tanto unas como otras se mantengan en el tiempo.

Por otra parte, que no es otra que la parte negativa, los canales de venta –concesionarios oficiales, básicamente- ya están recogiendo “beneficios” de las reestructuraciones que llevaron a cabo en los últimos tiempos que les llevaron a reducir sus plantillas, sus remuneraciones, sus negociaciones con la marca e incluso sus exposiciones. Y es que no hay camino más recto hacia el beneficio que el ahorro de costes…

Con todo lo bueno y lo malo, el sector levanta tímidamente la cabeza.

Y ahora los Señores de la Luz se la quieren cortar.

Porque como habréis visto, oído y leído, las compañías energéticas en un ejercicio de solidaridad y trasparencia nos quieren sacudir a los españoles una subida del 11% en la factura de la luz. Esto, aunque llamativo, era previsible desde el momento en que nuestro ministro de Hacienda decidió no incluir partida alguna para pagar el llamado “déficit tarifario” en los Presupuestos Generales del Estado de este año. Estaba claro que de una u otra manera, alguien tenía que pagar los platos rotos antes o después. Y como siempre, que pringuen los ciudadanos.
Por cierto que el llamado “déficit tarifario” tal vez no sea tal, pues a la vista de los beneficios de las energéticas y sus dividendos en bolsa… creo más en un Déficit Mental del político de turno que en su día negoció el asunto. Porque siguiendo los balances de las mencionadas empresas no acabo de ver claras las pérdidas, ¿no será que entonces siempre nos han querido cobrar de más?. En fin, ahí lo dejo.

Porque lo que quiero hacer ver es que por mucho que nos duela a cada ciudadano la subida, a las empresas les hace polvo. Pero es que si a nosotros nos duele y a las empresas les apuntilla, al sector industrial del mundo de la automoción les destroza del todo.
Ayer mismo tanto la dirección de la planta de Opel en Figueruelas como su Comité de Empresa ponían de relieve que todos los ajustes dramáticos realizados hasta ahora de cara a ser “competitivos”, que incluyeron reducciones de sueldos, recortes de personal, expedientes de regulación de empleo temporales, ampliación de turnos… se van a ir a la basura con la subida de la luz. Y tras ellos ya se han manifestado en la misma dirección PSA, Nissan, Mercedes Benz, Renault… y tantos que llevan esforzándose cinco años por salir adelante y ahora ven cómo “han sobrevivido al naufragio para morir en la orilla”.

Un nuevo palo en la rueda para frenar otro tanto nuestro avance. Y a mala leche y a destiempo. Porque aquellos que tienen que regular y observar estos asuntos hace tiempo que hicieron dejación de sus funciones perdiendo toda iniciativa y trasladando el marrón a los ciudadanos, que ahora nos vemos en la obligación de poner el grito en el cielo ante semejante abuso.

Un abuso que, de no lograr pararse como se pretende, va a significar mucho más que un par de cientos de euros de clavo en nuestro gasto anual doméstico, puede significar que más de una fábrica o negocio en general, para pagar el recibo, tenga que despedir a una docena de empleados.

Debido a ello ahora más que nunca, gasta lo justo en casa, compra electrodomésticos a pilas y para la iluminación, pásate a las linternas de carga por manubrio. La calefacción que sea de fogata de cartón y de noche aprende a reconocer a tu familia al tacto. Y si aún así te ves en la estricta necesidad de prender alguna bombilla, acuérdate de que cuando salgáis, el último apague la luz.

Os deseo una Feliz Navidad y un deslumbrante –al menos con la luz del sol- año 2014.