by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Jugando al escondite"


La DGT este mes de febrero nos ha lanzado una nueva apuesta por la transparencia, aunque algunos aspectos han quedado en la sombra.
Esos datos oscuros, esos agujeros negros a los que me refiero tienen que ver con las cifras de fallecidos en carretera del año 2014, pues desde que se publicaron no han sido pocos los que dicen que no les salen las cuentas, que en lugar de una reducción de 4, tal vez estemos en un aumento de 24.
No lo sé y tristemente nunca lo sabremos, pues desde que la DGT es la DGT y empezó a tomarse en serio las cifras de siniestralidad, estas se han venido manipulando. Y, por “tomarse en serio”, obviamente quiero decir “utilizarlas en favor del partido en el gobierno que es el que designa a cada nuevo Director General de Tráfico”.

El caso es que la señora Seguí, la Directora en el cargo, pasó de puntillas ese tema en su comparecencia publica de hace pocas fechas, lo justo para “constatar la disminución en víctimas mortales –que aunque hayan sido pocas, todas cuentan y en eso le doy la razón- que paulatinamente se viene produciendo” y pasar a tratar sobre lo que se va a hacer para seguir mejorando. Y en esta ocasión la medida estrella tiene que ver con la velocidad –para variar-.

La DGT se compromete a reforzar la vigilancia en las carreteras especialmente peligrosas mediante sus fulminantes cinemómetros, los cuales ahora mismo pasarán a contemplar un margen de error común –sea cual sea el aparato y su ubicación- del 7%.
Esto la verdad es que estaría bien si como dice la DGT, los errores de sus equipos van del 3% al 7% en los más antiguos. Sin embargo sí que hay casos recientes en que el error de la máquina ha sido superior al 8%, aunque hay que reconocer que son los menos.
Otro aspecto que sale a la luz es… los propios radares. Se acabó descubrir agazapado tras el pilar de un puente un coche con el trípode instalado presto para la caza encubierta. A partir de ahora todos han de estar visibles de cara a incidir en su labor disuasoria o de advertencia. Queda por conocer qué “umbrales de visibilidad” se aplicarán, que esa es otra, pero quiero pensar que sean los del sentido común.

También la DGT se compromete a publicar periódicamente los 1.200 puntos de nuestra red viaria en los que es más posible encontrarnos con un radar de velocidad, trasladando muchos de estos, que actúan ahora en autopistas y autovías, a las carreteras secundarias.
Y es que los de las vías rápidas poco a poco se irán sustituyendo por radares de tramo, más jugosos para la hacienda pública y también más apropiados para el fin que pretenden –reducir la velocidad… en general-.

Por otro lado, el control va un punto más allá, y es que los radares contemplarán en cada caso el límite específico para cada vehículo y la vigencia de su ITV mediante el tratamiento informático de los datos en el centro Estrada.

Como podemos ver –nunca mejor dicho- la DGT saca a la luz una serie de medidas sospechosamente positivas en año electoral, con unos datos de siniestralidad cuanto menos dudosos e insistiendo en el olvido de aquella bicoca que nos lanzaron hace tiempo del aumento provisional y condicional del límite de velocidad. Me da mucha pena, pero hoy en día, a todo lo que venga de la administración central, se le puede aplicar el antiguo dicho de “piensa mal y acertarás”.





Curro San Miguel.com
Equipo C
Francisco -Curro- San Miguel (Editor), Marisa Castre (Directora de Contenidos), Manuel dCP, F. David Arós, Michael D. Hesse, David S. Pareja (Colaboradores), Roberto Sanjuan (Webmaster).