by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"¿Seguridad o Pegatina?"


Recientemente una de mis más vetustas máquinas precisaba de su obligada revisión “mayormente administrativa y menormente técnica” como cada año.
Haciéndole hueco entre mis quehaceres cotidianos reservé una mañana para tal fin.

Ese día y antes de partir hacia la inspección pasé lista exhaustiva al coche para no llevarme sorpresas, es decir, le di un par de pataditas a cada neumático para comprobar que tenían aire y poco más, pues me enorgullezco de poseer una colección con tan buen aspecto por fuera como por dentro. Tan sólo alguna vez una placa de matrícula demasiado pequeña o unas emisiones de gases demasiado grandes han dado al traste con lo favorable de su expediente. Pero todo ello con el tiempo –y el dinero- fue subsanado e incluso, mejorado.
Salgo entonces seguro por la puerta encaminando mis ruedas hacia la estación de ITV (esta vez me ha tocado pasarla en la Comunidad de Madrid) más propicia.
Allí me planto y una vez soltada la minuta –nada barata- voy pasando por la línea.
Todo bien hasta que enciendo las luces.

-¿Lleva senon? –me espeta el operario-.
-Sí, lleva bi-xenon –respondo yo con humildad y sorpresa-
- Uff
-¿Uff?
- Sí, Uff. –insiste el payo-
- Sí Uff… ¿Qué? –inquiero yo-.
- Que no la pasa con esto montado. Lo va a tener que desmontar.

Jodidos estamos. Con la iglesia hemos topado.
Como jugador de fútbol que le protesta al árbitro tras una falta le explico al amable inquisidor que llevo cinco años pasando ITVs con dichas lámparas. Que llevo instalados lavafaros, regulación electrónica de la altura de faros y que su luminosidad no excede los límites marcados por el reglamento (5.000º K, creo) y que lo hice, ante todo, por mi seguridad.
Bien, pues que “si quieres arroz Catalina”. Las quejas, al ingeniero.
Y al ingeniero voy a quejarme que me recibe con las mismas.
Y con las mismas yo le respondo, le digo que si eso, por el mismo motivo debería desmontar los discos de freno ventilados y perforados y el cinturón de seguridad con tres puntos de anclaje que también instalé por análogos motivos que los dichosos faros.

No hay tu tía. Incluso el Ingeniero-Calimero me dice que por supuesto todo ello debería figurar en la ficha técnica o ser desmontado. Que mi seguridad y mi sentido común no valen una mierda comparados con su “reglamentación vigente”.
Gracias al cielo me acompañaba en el trance mi amigo José Miguel que curtido en estas lides y ante lo infructífero de la discusión –y antes de que ahorcara de su corbata de felpa al Ingeniero-Macabeo- me instó a que tomáramos las de Villadiego con un elegante “Muchas gracias y buenos días”.

Ya en la calle analizamos la jugada y tanteamos las opciones.
Obviamente el problema no era de mi coche, ni tan siquiera del Ingeniero-Bombero-Torero, todo empezó por el chaval que, en su mal entendido afán por hacer las cosas bien o en su deseo de acaparar méritos me había metido en un problema inexistente. O al menos, hasta ahora.
Y las opciones en este momento eran, cuanto menos, costosas.
La primera y más barata era acudir a otra ITV y buscar la suerte –o el sentido común- que hasta ahora mi coche había tenido. Arriesgada.
Otra era sobornar al operario para que mirase hacia otro lado mientras mi coche pasaba la revisión de largo. Cutre.
La tercera y que menos me gustaba era desmontar todo lo dicho, pasar la inspección, y acto seguido volver a montarlo. Farragoso y caro en exceso.
Y la última y con la que nos vamos a quedar por ser la que articula mucho mejor mi venganza: fijarle una placa histórica a mi coche, con el certificado del Ministerio de Industria, de la Comunidad Autónoma competente y el sello del laboratorio oportuno. Por supuesto incluyendo las modificaciones “gravísimas” que lleva instalado mi coche a fin de que no se mate su dueño.

No obstante ya me he dirigido al órgano rector de todo este despropósito instándole a que se haga “una ITV a sí mismo”, que igual no la pasa por llevar montados algunos “elementos tocapelotas” no originales que han modificado sustancialmente la prestación de un servicio de gran importancia, y que en otros lugares propugnan la excelencia ganada a base de buen sentido común mecánico y entendiendo que de lo que se trata al fin y al cabo, es de garantizar que un coche sea seguro para circular.

Creo que el olvido de esto mismo, de dónde vienen, les ha hecho a algunos perder su rumbo, su fin, es decir, el saber adónde van.





Curro San Miguel.com
Equipo C
Francisco -Curro- San Miguel (Editor), Marisa Castre (Directora de Contenidos), Manuel dCP, F. David Arós, Michael D. Hesse, David S. Pareja (Colaboradores), Roberto Sanjuan (Webmaster).