by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Apantallados"


Parece que para esta navidad todo buen regalo que se precie y aprecie tiene que venir acompañado de los mejores deseos… y una pantalla plana.
Como si fuéramos polillas fascinadas por la luz o liebres deslumbradas ante los faros de un coche, a los seres humanos cada vez nos cuesta más fijar la vista en algo si no hay una pantalla de por medio.

La dictadura de la imagen comenzó con la televisión, siguió por los ordenadores y recaló en los teléfonos móviles, tomando muy en cuenta la revolución de Apple y sus dispositivos portátiles.

En los coches se pasó del tímido reloj digital, los más lujosos con temperatura exterior incorporada, a los ordenadores de a bordo, los más completos con pantalla de dos líneas monocromo. De ahí a la integración del navegador, el equipo de sonido… hasta el “despiporre pantallil” que tenemos hoy en día.

Que vale, que hace bonito y que todo se ve muy bien y luce la mar de moderno. Pero… ¿no nos estaremos pasando?
Hace un tiempo a una compañera le regalaron un “Smart Watch” de esos. Superado el furor inicial de sus aplicaciones y demás, hoy lo lleva permanentemente mostrando la hora en un diseño que imita un reloj de pulsera (lo que no evita que siga sacando el móvil del bolso para mirar la hora…). Total, que lleva una pantalla en la muñeca que hace las veces de reloj y parece un reloj sin serlo. Y digo yo, para eso… mejor llevar un reloj, ¿no?.

En los coches está pasando algo un poco similar.
Recientemente probaba un coche con una enoooorme pantalla central. Tras trastear un tiempo con ella con objeto de argumentar la prueba, quedó la mayor parte del tiempo en su modo “inicio”, es decir, mostrando la hora, la temperatura exterior, la calle en la que me encuentro y la emisora de radio sintonizada. Esto es: la misma información que, de una manera más triste y escueta, me daba mi coche hace 15 años.
Con una salvedad, el manejar el climatizador a través de una pantalla táctil multifunción es un engorro que no veas. Y más con las manos frías…

Pero hay más. Hay pantallas que sustituyen el cuadro de mandos mostrando… un cuadro de mandos. Configurable y más chulo, sí, pero tras los obligados toqueteos iniciales, acaban mostrando el velocímetro, el cuenta revoluciones y datos del ordenador de a bordo como la autonomía o la velocidad media. Estamos en las mismas.

Ahora llevo un Mercedes de la Clase E (E de Espectacular) que está claro que se ha propuesto batir el record de la pantalla más descomunal jamás instalada. Es impresionante y queda realmente de fábula en el salpicadero. Ahora, ¿su utilidad? Pues muy escasa, sinceramente.
Todo se ve mejor, los gráficos están muy trabajados, tiene un punto muy dramático y ofrece tropecientas mil combinaciones posibles de luces y colores. Pero lo que es información… me da la misma que un Clase A de pantalla canija.

Y ahora la industria se plantea el siguiente paso: poner más pantallas.
Ya he probado coches ("concepts") que han sustituido los retrovisores por sendas cámaras ofreciendo lo mismo pero de manera “más moderna”, más “de la era digital”, y ojo, no hablo de aquellas que te ayudan a aparcar, que esas sí que tienen su aquel en según qué coches.

Supongo que lo siguiente es sustituir el parabrisas por otra pantalla de 52” que te ofrezca la misma información que verías a través del cristal con tus propios ojos. Pero configurable, con colores divertidos y “más moderna”, más “de la era digital” también.

Y en lugar de faros, dos pantallas que muestren dos imágenes de faros. Y agarrados a una tableta, que cada día nos muestre un distinto tipo de volante. Y… ¿con los parasoles no se puede hacer nada? Me parece un desperdicio pudiendo instalar una cámara y una pantalla que sustituyan al “viejo” espejo…

Así podríamos seguir sustituyendo funciones por pantallas, hasta acabar atrapados entre “televisores”, más que encerrados, totalmente apantallados.





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