by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Paneles (des) informativos"


Resulta frustrante ver cómo, en esta era de la información, se desaprovecha una herramienta extraordinaria para hacer más rápido y más seguro el tráfico.
Hablo de los luminosos que pueblan nuestra carreteras desde hace muchos años. Empezaron en la red principal de autopistas pero ya están implementados hasta en vías secundarias. Y desde su origen, eran una fantástica idea. Cara sí, pero mucho más útil que tanto radar y tanto Pegasus.

A través de ellos, los conductores reciben información concisa referente a la vía por la que circulan, sus incidentes y accidentes, así como el estado del tráfico… o esa era la teoría y el principio para el que estaban pensados.

La realidad, si no en el 100% de los casos sí en un elevado porcentaje, es que los que nos preocupamos de leerlos descubrimos un despropósito tras otro.

Desde avisos de accidente del que no queda ni el recuerdo de tantas horas que han pasado, recomendaciones de vías secundarias que las colapsan cuando también hace rato que en la carretera principal desapareció el atasco, obras fantasma, barredoras que aparecen en el lado contrario, mensajes creativos de campañas de la DGT poco afortunadas (“al volante ni una gota de alcohol” ¿Por qué? ¿Porque se estropea el cuero?), amenazas (“retenciones próximas”, si eso vete ya frenando y si no las hay, empiezas tú una nueva), mensajes largos que distraen aunque sea sólo para entender su sintaxis… por no hablar de aquellos a los que les faltan letras y se convierten casi en jeroglíficos (“Us el c ntur n obli to o”) y aquellos que tienen mal calibrada su luz y de noche se convierten en verdaderos faros que deslumbran a todos los que pasamos por debajo de ellos.

Hace años, cuando trabajaba para un medio de información general, fui invitado al centro de control en Madrid de estos dispositivos. Yo en un primer momento pensé que eran mas o menos automáticos pero descubrí con alegría que no era así, que si muchos de los mensajes estaban “preprogramados”, había una persona que manejaba los paneles. O sea, no sólo una persona sino unas cuantas llevando entre 15 y 20 cada uno de ellos.

También me informaron que tenían un chivato que saltaba si algo les pasaba (ledes fundidos, pérdida de conexión, problemas de brillo…) y que se utilizaban según sus “controladores” veían por las cámaras que tenían en su perímetro.

Y aquello, que en su momento me gustó, me ha ido cabreando con el tiempo.

Sé que cada vez hay más paneles y menos gente que los atienda. Y ese seguramente sea el fondo del problema. También que unos luminosos llevan asociados otros que lleva otro centro, están más automatizados y no se puede meter mano como antes, pero a su vez pienso que algunos de los que trabajan en este asunto no son conscientes de la importancia de su trabajo y no se lo toman en serio. O eso o que disfrutan de la confusión que generan de manera deliberada.

Quizá, con el auge de las aplicaciones móviles de tráfico en tiempo real, piensen que su función está obsoleta. No es así. No sólo somos muchos los que aún los leemos esperando encontrar algo de utilidad, sino que esas aplicaciones, han venido precisamente a cubrir la finalidad con la que esas pantallas fueron hechas.





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