by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Toyota o Las Verdades del Barquero"


En estos tiempos inciertos que vive la industria de la automoción prácticamente nadie se ha atrevido a decir las cosas tan claras como la marca japonesa. Algo que, esté en lo cierto o no, le honra.
Hasta ahora, el principal Pepito Grillo de los fabricantes de automóviles había sido el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, que lleva tiempo advirtiendo a la UE de que la actual transición al vehículo eléctrico a golpe de decreto, va a dejar un innumerable rastro de cadáveres a su paso. Y quizá su insistencia y la connivencia soterrada del resto de marcas haya permitido retrasar el tiro en la rodilla –en el pie ya nos lo dimos- que significaba para todos la adopción de la inminente normativa “antipolución” Euro7.

Por otra parte, Toyota, con su anterior presidente Akio Toyoda al mando, siempre había mirado al coche eléctrico con escepticismo. O con una visión única y personal, lo que no impidió que el pasado año presentase su propia marca/proyecto 100% a pilas: Beyond Zero o bZ.
Al mencionado presidente le llegó el relevo y el actual CEO de la marca, Koji Sato, lejos de plegarse a la tendencia –falsamente- preponderante, toma el testigo de su predecesor en cuanto a la descreencia eléctrica y sube la apuesta. Toyota prefiere pagar multas a invertir en la tecnología 100% eléctrica. Así lo ha manifestado en recientes fechas. Y tal declaración no es fruto de un calentón o de querer llamar la atención llevando la contraria al resto del mundo, sino que se sustenta en pilares muy fuertes para el fabricante japonés.
En primer lugar, nadie puede poner en duda el compromiso ecológico de Toyota, cuyo Prius fue bandera de la revolución híbrida de hace veinticinco años.
En ese línea, el fabricante insiste en que los coches eléctricos son todo menos ecológicos. Su proceso de producción es altamente contaminante, y su combustible, hoy por hoy, dista mucho de ser “Cero emisiones”. Y sus enormes baterías les hacen caros y pesados, los que paradójicamente les hace muy poco eficientes. Eso por no hablar del reciclaje de baterías, un oscuro y feo asunto sobre el que poco se está hablando.

Pero esto no quiere decir que Toyota abandone todo su interés en ese producto, no, lo que pasa es que ellos lo piensan de otra manera. Para ellos es mucho más interesante poder ofrecer 100 coches híbridos con una batería de 1kwh, ó 10 PHEV con 10kwh cada uno, que un único coche eléctrico de 100kwh. Cosa que tiene absolutamente todo el sentido, ciertamente.
Esos automóviles serán más asequibles, más sostenibles y permitirán quitar de circulación muchos más coches contaminantes que un único vehículo de 100.000 euros con una gigantesca batería, innecesaria la mayor parte del tiempo.
Porque esa es otra, si hay que fabricar sí o sí coches a pilas puros, Toyota insiste en que han de ser pequeños para que compense. No nos engañemos, un eléctrico no sirve para viajar por mucho que nos insistan (o al menos, no para hacerlo como estamos acostumbrados a hacerlo) con lo que su ámbito queda reducido a las ciudades y periferia. Por eso, con unos 45kwh y unos 300 kms de autonomía vamos sobrados.

Para acabar de fundamentar su tesis, el gigante japonés avisa que no invertirá un solo Yen en nuevas fábricas para eléctricos, pues serán pozos de dinero en cuanto la realidad supere al relato. En su lugar, implementará su programa de hidrógeno para poder asociarlo a un sistema híbrido. Lo que sería maravilloso.
El nuevo Prius –que, lamentablemente, no tenemos en Europa- si equipase un motor de combustión de hidrógeno apoyado por uno pequeño eléctrico, representaría una nueva revolución en la automoción. Eficiente, ecológico, fiable y accesible. Además de bastante chulo. Ese va a ser su camino.

Entretanto, la UE sigue en su “realidad paralela”, intentando hacer partícipes de su psicosis a los fabricantes del continente que, como me decía un ejecutivo de una marca alemana hace unos días, “estamos cazando moscas”.
Rendidos a los pies de los chinos, obligando a las empresas a inversiones milmillonarias sin expectativa de retorno y creando una movilidad únicamente para sufridores o ricos.
Ojalá cunda el ejemplo de Toyota y pronto vuelva la cordura a un sector, tan apasionante y vital, como rentable y estratégico.





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