by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"¿A la hoguera?"


Nada le gusta más a la prensa generalista que un buen escándalo, y Volkswagen, se lo ha puesto en bandeja.
El “Dieselgate”, como ya lo han bautizado de manera oportuna –pero falto de originalidad- muchos medios, capitaliza la información especializada y la que no lo es tanto, siendo esta última la que más daño está haciendo a una marca, un grupo, a la que le espera un severo Vía Crucis.

El tema es grave y su alcance, aún imponderable. Sin embargo, creo que el análisis merece algo de serenidad y perspectiva antes de lanzar a la hoguera a la gente de Wolfsburg, a diferencia de lo que ya están haciendo muchos “informadores”, “opinólogos”, “pseudoexpertos” y tertulianos varios.

La cuestión es que hay estafa, sí, pero hay varias diferencias entre esta y las innumerables estafas en las que prácticamente todas las compañías en un u otro momento de su historia han incurrido. No voy a ahondar aquí pues ocuparía páginas y páginas hablando de todas aquellas grandes y serias empresas que nos han tomado el pelo (además, seguro que me dejaría alguna en el tintero). Dejo a cada uno que elija su favorita, sea Forum, Martinsa Fadesa, Monsanto, BP, HollyBurton, los de las prótesis pip, el fabricante de la talidomida, Bankia, el desalmado del aceite de colza adulterado o el que me vendió en la calle una cartera “Magic Wallet” en la que no cabe ni el carnet de conducir.
Es legítimo, todos intentan sacar el máximo beneficio.

En cambio, como digo, el caso Volkswagen observa ciertas singularidades. La primera, que la empresa lo ha reconocido sin ambages, han pedido disculpas y se están preparando para asumir las consecuencias de su culpa. Sí, es verdad que todo ello suena muy al famoso “Lo siento. Me he equivocado. No volverá a pasar” de nuestro ex – Rey, pero si de algo sirvió aquello, esto también algo debería servir.
Otra cosa es que el principal estafado ha sido el planeta. No olvidemos que los coches con el famoso motor EA189 EU5 fundamentalmente hacen daño al medio ambiente, del estilo del Exxon Valdez, el Prestige o todo el carbón que queman los chinos y que hacen que Beijing sólo sea transitable con mascarilla y a través de una densa niebla.

A este respecto hago un inciso pues me divierte y me enfada al mismo tiempo ver como asociaciones de consumidores intentan defender a aquellos compradores que se sienten estafados por la variación en emisiones que hay en sus coches de la marca. Vamos hombre, no seamos hipócritas.
Conozco conductores sensibilizados con el medio ambiente y conductores de Volkswagen y, ¿sabéis una cosa? Rara vez coinciden.
Los primeros suelen optar por híbridos o pequeños coches de gasolina, mientras que los segundos eligen la marca alemana por lo bien fabricados que están sus productos, lo mucho que andan y lo poco que consumen.
Les he preguntado a varios por las cifras de expulsión de CO2 de sus coches y ninguno tenía ni repajolera idea. Ahora, a la mayoría lo que les preocupa es que su VW, Audi, Seat o Skoda corra menos y trague más que antes. Ahí lo dejo.

Lo de la estafa al medio ambiente ya es grave, pero la cosa se complica cuando en determinados países como es el caso del nuestro, un menor número de emisiones trae pareja una disminución de la fiscalidad o algún tipo de ayuda / subvención. Ahí incurrimos en un fraude al fisco que habrá que sumar a la montonera de pleitos a la que se enfrenta el grupo.

Y esto lo ligo con la dejación de funciones del regulador. O su inexistencia, como está quedando patente.

Desde hace años varios estudios dieron como resultado lo que ahora se ha puesto tan escandalosamente de relieve: los TDi 1.6 y 2.0 EU5 en pruebas independientes emitían valores de contaminación mayores de los que declaraba la marca. Se sabía y nadie dijo nada. ¿Por qué? -y voy con otro factor ahora-: Por la aplicación del principio que rige el dicho “hecha la ley, hecha la trampa”.
Las normativas anticontaminación son cada vez más restrictivas, pero el ciclo de homologación sigue siendo el mismo, con lo que los fabricantes le han tomado la medida a dicho examen y saben cómo pasarlo con nota.
De la misma manera que el consumo medio real de un coche varía entre la prueba de laboratorio y la de la vida real, las emisiones también fluctúan. Menos, es cierto, pero varían.
Y mientras ese ciclo de homologación no se cambie, así seguirán las cosas.
De todas formas, esto también tendría una solución relacionada con el antes mencionado regulador, y es que cada estado haga unas pruebas independientes, sobre todo, cuando hay rebaja o ayuda de por medio. Con un doble test reconocido y certificado esta estafa se habría parado desde el primer coche.

Pero esto tampoco se puede hacer porque toda tecnología tiene un límite y los vehículos diesel llevan años paseándose por el filo del mismo.
Esta es otra de las consecuencias de las que pocos, fuera del sector o prensa del motor, parecen darse cuenta: el diesel contamina, mucho, y esta crisis viene a marcar el inicio de su adiós.
De hecho, en Estados Unidos, siendo sus ventas paupérrimas, ahora pasarán a ser inexistentes. Y quizá por ello mis amigos más “conspiranoicos” ven tras la publicación de este escándalo el interés de algún grupo o marca por recuperar cuota de mercado, pues no olvidemos que este año Volkswagen había conseguido desbancar a la poderosa Toyota en ventas mundiales, con un buen mordisco en el mercado yankee (ojo, que yo no digo que hayan sido los japoneses la garganta profunda de la trama).

Acabamos con otras singularidades a tener en cuenta, como han sido la rapidez de reacción del grupo, que cada día nos sorprende con otra cabeza más rodando por los pasillos, la presentación de una solución para sus coches afectados en tiempo record y el compromiso de asumir sin condición el coste que dicha reparación implique. Antes de que ningún tribunal diga nada, tú tendrás tu Volkswagen de nuevo en orden de marcha, con garantía y con algún “detallito” en el que sé que se está trabajando, con el objetivo de recuperar la confianza de los clientes.

Que nadie tema al carísimo despacho de abogados que han contratado los alemanes, que no es para defenderse de su público, si no para administrar en su justa medida el cumplimiento de la pena, que de sobra merecen, ante instancias gubernamentales.

Quede claro que Volkswagen y yo no nos debemos nada mutuamente. Y que han metido la pata hasta el corvejón, pero su estafa, como todo en la vida, tiene varias caras cuando lo miras en perspectiva. Ha sido una decepción y una enorme cagada –en palabras de su propio CEO para Estados Unidos- pero no merecen la demonización generalizada que están sufriendo, y menos en un país como este, en el que no hay día que no nos levantemos con un nuevo pufo, desfalco o simple y puro robo.

Todo ello tiene su importancia, pero hay que distinguir entre los que bajan las orejas y se comen el marrón, y otros, tanto o más culpables, que por más evidente que sea niegan la mayor y pretenden irse de rositas.

Acabaré diciendo que las actuales gamas de Volkswagen, Audi, Skoda y Seat cumplen la normativa Euro6, y constituyen unos productos atractivos y muy interesantes. A la hora de escoger uno, huye de los “espanta viejas” y valóralo en la misma dirección que lo haces con su competencia.
Por otro lado, a lo mejor les puedes sacar alguna rebajilla…





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