by AUTODOMINIS
EDITORIAL

"Convivencia urbana"


Cada vez más medios de transporte conviven en nuestras ciudades… o al menos, lo intentan.
Hasta hace un par de décadas la fauna del tráfico urbano era algo sencillo: por un lado los peatones, y por otro, los vehículos que a la sazón eran coches, autobuses y según dónde, alguna moto.
Unos iban por la acera, otros por la calzada, atendían un mismo código de circulación que los distinguía perfectamente y aquí paz, y después gloria.

Sin embargo, el arranque del nuevo siglo trajo consigo nuevos modos de moverse por ciudad que todavía están buscando su encaje. La convalidación del carnet de coche para pequeñas motos, la congestión de las urbes y la carestía del combustible han hecho proliferar los vehículos a motor de dos ruedas “cosa mala”, aunque es verdad que en ciudades como Barcelona los “moteros urbanitas” siempre fueron legión. Pero bueno, moto y coche al final se rigen por las mismas normas, excepto al aparcar.

Luego, la conciencia social, ecológica, el modismo o la simple y llana “tontuna” nos trajo las bicicletas. Una idea teóricamente fantástica (y digo esto con todo el peso de cada una de las palabras: idea, teoría, fantasía…). Para ellas la calzada o la acera no era suficiente, y hubo que tender carriles especiales para su uso en la mayoría de las ciudades españolas a imitación de los supercivilizados europeos con quien, realmente, hay un abismo a nivel de idiosincrasia (pero eso es otro tema).
Orográficamente y climatológicamente, la idoneidad de este medio de transporte está en entredicho, pero allá cada cual. Bien es verdad que los modelos con asistencia eléctrica hacen mucho más liviano el pedaleo cuando el terreno se inclina.
Bueno, pues hay bicis y hay carril, ahora sólo falta que lo usen, o no, pero que alguien las “ponga en su sitio”. Sí, porque lo habitual es encontrarlas entre el tráfico, en las aceras o cruzando por los pasos de peatones, lo que las convierte en agentes accidentales de manera activa y pasiva.
Y ahora los caminantes nos encontramos con nuevos rivales en nuestro espacio, a cada cual más absurdo. Los paseos turísticos en “Segway” se multiplican, causando estragos entre propios y ajenos; también hay unas motos eléctricas enanas de reciente cuña que traen el mismo peligro de lo antedicho; y lo último y más de lo más es la interpretación “hipster” –y eléctrica, claro- del monociclo de los payasos de circo. Hay que ser gil***llas…

Todos ellos son transportes unipersonales de alcance y velocidad limitada, que no se rigen por el código que ordena a los vehículos a motor pero que tienen ruedas y se pueden llevar por delante a quien no las tiene pero comparte su espacio a distinto ritmo, por ejemplo, mi abuela, que últimamente se siente como un pingüino caminando por el arcén de una autopista.

Recuerdo cuando tiempo atrás los municipales nos regañaban a los chavales por patinar o hacer “skate” en un parque o una plaza invitándonos a ser respetuosos con el resto de la gente. Ahora los pobres guardias no deben saber dónde mirar ni a quién empezar por chistar.

Con lo que da la sensación de que estamos en un momento en que “todo vale” para moverse por ciudad mientras sea “eco” y “sostenible”, con lo que me estoy planteando ponerle ruedas a mi catamarán y lanzarme con él a la Castellana, que suele tener muy buen viento del este. A ratos por el asfalto y a ratos por la acera, claro.

Lo que me da más pena es que a falta de legislación –no seré yo quien la pida- esta convivencia urbana debería venir marcada por el respeto mutuo, algo que parece que sí tienen aquellos países europeos de los que hemos importado el modelo. A nosotros aún nos queda por aprender y deberíamos tomarlo con calma e ir poco a poco consolidando transportes alternativos antes de pasar al siguiente “juguete” que hemos visto que otra persona, en otra ciudad, de otro país y con distinta vida, tiene.





Curro San Miguel.com
Equipo C
Francisco -Curro- San Miguel (Editor), Marisa Castre (Directora de Contenidos), Manuel dCP, F. David Arós, Michael D. Hesse, David S. Pareja (Colaboradores), Roberto Sanjuan (Webmaster).