Prueba del Volkswagen Arteon Shooting Brake 2.0TSi

El Volkswagen Arteon es un coche estupendo. Miembro destacado de ese nuevo nicho de “berlinas cupés” en el que militan otros, como los Mercedes CLS y CLA, BMW Serie 4 Gran Coupé, Audi A5 Sportback o Kia Stinger, si me apuras. Productos minoritarios para aquellos que reniegan del universo SUV pero que las berlinas “normales” se les siguen pasando de convencionales.

Pero claro, el rollo deportivo tiene su peaje, y es que la versatilidad no es su fuerte. De hecho, es peor que la de un modelo de cuatro puertas al uso. Por ello se lanzaron las versiones familiares menos familiares, los llamados “Shooting brake”: rancheras deportivas derivados de cupés de cuatro puertas. Así tenemos el CLA SB de Mercedes, el Kia Proceed (que en realidad proviene de un compacto) o el Panamera SB que, efectivamente, juega en otra liga, pero cuya estampa no deja de ser la misma que la de estos otros coches.

En ellos seguimos teniendo todo lo bueno de esos pseudo-coupés (manejo, comportamiento, consumos, visibilidad, estética…) ganando centímetros para la cabeza de los pasajeros traseros y algo de maletero –tampoco mucho, la verdad-. Amén de ser, sin pretenderlo, “un producto exclusivo dentro de un segmento minoritario”, sobre todo en nuestro país, donde nunca han logrado calar las versiones familiares.



Hecho el preámbulo, diré que el Arteon Shooting Brake es un acierto pleno. Con la premisa de conservar la estética deportiva del modelo del que deriva, los diseñadores alemanes han hecho un trabajo sublime. Es algo personal, pero yo escogería esta versión sobre la “normal” sin lugar a dudas, aunque nunca lleve a gente atrás y los 563 litros de maletero del Arteon me sean más que suficientes (y tanto).
Va en gustos, pero a mí me parece que el tercer volumen de este coche le da todavía más personalidad, ensanchando un poco más la zaga y permitiendo jugar con el techo en descenso y el remate del portón. Y no es un asunto baladí. El CLA SB en su primera generación les quedó algo aplatanado atrás y el Proceed exhibe un voladizo desproporcionado. El Panamera, dentro de lo feo que es en general, está mucho mejor resuelto. Y es que igual perteneciendo al mismo grupo que el Arteon, los diseñadores se han copiado de pupitre a pupitre.



En términos de espacio, como ya he dicho, no hay excesiva ventaja. Son sólo dos litros extra que se ganan en el hueco destinado a las maletas, aunque su configuración de familiar permite quitar la toldilla y cargar hasta el techo sumando otros treinta litros adicionales a costa de perder la visión por el retrovisor central. Pero tranquilo, antes tampoco se veía demasiado…



Las plazas de atrás tampoco cambian mucho, ni falta que hace, porque recordemos que el Arteon ya es tan grande como un Skoda Superb, permitiendo a pasajeros de talla media prácticamente estirar las piernas sin topar con el respaldo delantero. Ahora se añaden un par de dedos de altura sobre sus cabezas permitiendo que acompañantes de metro ochenta largo viajen sin problemas.

El único inconveniente es la plaza central, no por espacio, que también es bueno, sino porque, a pesar de tener cinturón y reposacabezas, no parece una plaza en sí. O desde luego, no una de la misma categoría que las dos de los extremos. Más cuando escoges el acabado R, que marca mucho los bordes tanto del respaldo como de la banqueta. También estorbará el túnel de transmisión, que sobresale una barbaridad. Menos mal que hay espacio de sobra para poner los pies a sus lados.



Situado ya en el puesto de mando descubro que los mandos del volante son nuevos, se denominan “capacitivos” supongo que porque hay que desarrollar una capacidad adicional en tus dedos para manejarlos con tino. Sinceramente, prefería los anteriores. El cuadro digital ya “me lo sabía” y la pantalla multimedia conserva mandos físicos a sus lados (hay otra más grande en opción que no los tiene) y funciona perfectamente. Los interruptores del climatizador ahora son nuevos y táctiles, de buena visibilidad y respuesta más que aceptable.



Los asientos, en este acabado R-Line, son duros como piedras. Hay gente a la que le van muy bien. No es mi caso.

La postura al volante es perfecta. Da gusto bajar de tanto en cuanto de todocaminos con ínfulas que te hacen ir innecesariamente alto y erguido. Que antes tenía su gracia por ir controlando el paisanaje, pero hoy en día con la cantidad de SUV que hay, acabamos viendo lo mismo que si fuéramos en un coche bajo hace 15 años.



La mecánica con la que contamos bajo el capó de nuestro coche de prueba es el conocido bloque de cuatro cilindros y dos litros de cilindrada TSi, con 190 caballos en este coche. Ni enchufe, ni híbrido, ni ECO “por los pelos” (a los Mild de 48V me refiero). Gasolina, etiqueta C y a tirar millas.

Y oye, qué gusto.

El Arteon SB va sobre raíles. No sólo porque sus grandes ruedas parezcan de locomotora de tren, sino por lo bien que obedece tus órdenes. Milimétrico, instantáneo. Algo con lo que los SUV sólo pueden soñar. Y cómo corre. Y qué poco gasta (7,4 litros a los 100 kms recorridos en uso mixto). Y qué rápido se “recarga”. Estando inmersos en este proceso ecochupi-digimolón-coche-alto-porque-yo–lo-valgo, encontrarse a los mandos de un modelo como este es como recibir en la cara un cálido rayo de sol tras semanas de grises días de lluvia.



Pero no todo es perfecto. El cambio DSG de siete velocidades tiene obsesión por llevarte cuanto antes a la marcha superior, lo que pueda generar en determinadas circunstancias sensación de que el Arteon “no tira”, o no lo suficiente. Y da igual el modo. Para sacarle toda la chicha cuando te apetezca, mejor llevarlo en modo secuencial cambiando con las levas tras el volante.
Otro lastre es el confort de bacheo. Cuando el firme se rompe e incluso estando parcheado, el Arteon no diré que se vuelve incómodo, pero sí transmite más de lo que debería. Sin embargo no creo que sea problema de la suspensión R-Line. Tal vez con una ruedas un pelín más pequeñas (las de serie, por ejemplo) y unos asientos más mullidos no tendría motivo de protesta.



Sigo. En fuertes aceleraciones desde parado he notado que alguna de las ruedas del tren propulsor, el delantero, perdía tracción con facilidad. Creo que en el acabado R-Line el bloqueo electrónico del diferencial XDS debería ser de serie. Son situaciones anecdóticas que se subsanan actuando con más tacto sobre el pedal derecho, pero por lo que vale (230 euros), yo le pondría el mencionado XDS.

Así como pedir 2.300 euros por un head up display básico y el control por voz me parecen un abuso. Mejor gastarte bastante menos de la mitad en el sistema de cámaras periféricas pues, siendo su última pega, el Arteon Shooting Brake es un coche voluminoso y no siempre tienes claro dónde están sus cuatro esquinas. Además, las cámaras también vienen en un paquete con aparcamiento asistido, así que mejor que mejor.



Nada más que añadir (o que restarle, mejor dicho) a un coche que me ha encantado conducir. Todo un mirlo blanco en base a su segmento, configuración, motorización… y coste, porque el precio… Son 52.300 euros de tarifa (octubre de 2021) y el equipamiento es abrumador, pero a menos que tenga descuento, se me sigue antojando muy excesivo. Pero me dicen que sí que tiene una campaña de hasta 6.500 euros de rebaja. Pues siendo así, por 46.000 ciertamente merece la pena. Y no sólo por bueno, también por ser distinto, ¿no?.